¿SABES POR QUÉ ME GUSTA
LA TARDE?
Era un típico día de abril. Salí a dar un paseo y
empezó a llover, la gente que estaba en la calle empezaron a correr,
yo también corrí pero no vi ninguna casa donde ponerme para que las
diminutas y molestas gotitas no cayeran en mi piel ni en mi pelo liso
que me lo había alisado esa misma mañana. Me adentré en un bosque
donde habían muchos árboles y casi las gotas no me tocaban.
Entonces vi una pequeña casita de madera era una
cafetería tenia un nombre peculiar: 'La casa de los mil sabores'.
Entré, no había nadie, ni el dueño. Me fijé bien, y al fondo
alguien estaba sentado en el fondo, tomando un café que tenía una
pinta deliciosa. Era un chico verdaderamente guapo y bastante fuerte,
por lo que llevaba puesto parecía inglés,
llevaba un pantalón marrón, una camisa blanca y una chaqueta
antigua pero muy bonita. El chico no se dio cuenta de que yo
le estaba mirando.
Él miraba por la ventana, miraba como llovía, al
final se dio cuenta. Él me miró y me dijo:
-Hola, perdón por mi desfachatez pero... ¿desea tomar
algo?
Yo asentí levemente con la cabeza y le pedí un café
cortado.
-Marchando.
Esperé un poco mientras miraba la ventana. Me sentía
muy a gusto, nunca me paré a pensar en lo bonito que era el bosque.
-Bueno aquí tienes
No le contesté, estaba contemplando lo
hermoso que era. Él se sentó en la mesa de delante, y
enpezó hablar:
-¿Cómo te llamas?
-Me llamo Anna, ¿y tu?
-¡Que hermoso nombre! Yo me llamo Alejandro.
-Gracias, encantada.
-¿Cuántos años tienes?
-Dieciocho, ¿y tu?
-Yo tengo veintidós.
-¿Te gusta el café?
-sí -le contesté algo inquieta por tantas preguntas- y
también la cafetería, y me preguntaba por qué se llama 'La casa de
los mil sabores'
-Porqué a mi madre le gusta el nombre -me contestó y
se rio con una sonrisa picarona-. ¿No te gusta?
Reflexioné la respuesta y le dije:
-Es muy bonito.
Empezamos a hablar tanto que ni me acuerdo de lo que
estábamos diciendo. De repente él paró de hablar y dijo:
-Ya es tarde debería cerrar...
-Sí, y yo debería irme.
-¿Quieres que te acompañe a casa?
-¡Sí! -les contesté rápidamente y él se rio por mi
reacción- Bueno, quería decir, es que no tengo paraguas... -me
sonrojé y le dije- Por favor.
Cerró la cafetería y de camino me preguntó si tenía
frío, yo le contesté que no y entonces él se rio y me puso su
chaqueta encima mio, me puse colorada, incluso más que antes. Su
chaqueta olía a pino y a café.
-Hemos llegado, aquí es donde vivo -nos quedamos
callados pero yo interrumpí el silencio -gracias por acompañarme
has sido muy amable -no le dije adiós, porqué quería hablar un
poco más con él.
-De nada -me dijo y le devolví la chaqueta y me dio un
beso en la mejilla, me sonrojé (por tercera vez en un día) y él
también.
-¿Sabes por qué me gustan las tardes y no la noche?
-No -le dije en un susurro.
-Porqué te veo salir de casa todos los días, pero por
la noche te vas y me dejas solo como el Sol cuando el da el paso a la
Luna.
Le rodeé el cuello suavemente y le di un beso.